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sábado, 23 de noviembre de 2019

Mi despedida del Karting

Quería tener una despedida digna del karting, algo que no era fácil, porque debo admitir que he perdido algunas facultades, y aunque gracias al kart que tuve mejoré mi técnica, ya soy más mayor, más gordo... y más lento. La última carrera que hice (de la que no pienso escribir), fue un desastre y tenía demasiado nivel (muy poco me quedó para ser el último); pero eso no fué lo peor, ya que se me estropeó mi kart, dejé de correr y de entrenar, y perdí el nivel que había conseguido a primeros de año.

Ya cuando hice aquella última carrera, pensé en dejarlo, pero no quería sin hacer algo más decente, tuve varias ideas en la cabeza y ninguna pudo ser, hasta que al final, de forma casi improvisada, rodé por última vez en un kart. Y esta vez sí: ya no pienso volver a montar en un kart, a no ser que a mis padres o a mí nos tocase la lotería.
El Karting Vendrell era el mejor sitio para despedirse: allí empecé, y allí terminé.

¿Qué es lo que hice? Pues quería despedirme del karting en el mismo lugar en el que empecé hace ya 30 años, en el Karting Vendrell, y rodé con un kart de alquiler de 2 tiempos. Me divertí mucho y valió la pena, fue una despedida que me dejó con buen sabor de boca, pero también me dejó claro que no valía la pena seguir montando en karts.

Mi primer objetivo con el kart de 2 tiempos era no estrellarme ni hacer trompos, y aunque el kart me dió muchos latigazos (sobre todo al principio), no cometí ningún error, y lo controlé perfectamente. En ese sentido, bastante bien. Teniendo en cuenta que llevaba 8 meses sin montar en karts, y que era la primera vez que rodaba con uno así, lo hice bien; aunque los tiempos no fueron buenos, tampoco eran malos, porque es normal rodar 3 o 4 segundos más lento si lo has dejado durante varios meses.
Igual que las motos de 500 eran más difíciles de controlar pero más lentas que las de motogp, hoy día hay karts de alquiler de 4 tiempos que van tan rápidos como los de alquiler de 2 tiempos, siendo estos últimos más difíciles de llevar.

Conseguí rodar más rápido que con un kart de alquiler de 4 tiempos, que no era tan fácil porque las últimas veces que piloté un kart de esos en Vendrell, me dieron uno de los más rápidos, y la diferencia entre el 2t de alquiler y el número 5 de los de 4t (con el que gané algunas tandas, una de ellas de forma heroica), era pequeña. Además, tanto el mecánico Paco como la chica de la cafetería ya me avisaron que estos karts de 2t son más difíciles de llevar, pero que no hay mucha diferencia respecto a los de 4 tiempos en cuanto a prestaciones. Estos karts de alquiler de 2 tiempos están capados, y la verdad es que si no fuera así, muchos clientes podrían tener accidentes, algunos gordos.

Me divertí, pero he de confesar que hubo momentos en los que me aburrí. Físicamente no tuve problemas para aguantar las 8 vueltas que hice, salvo algunas molestias en los antebrazos al final, pero después de mejorar vuelta a vuelta, en las 2 últimas bajé un poco el ritmo; no perdí la concentración ni cometí ningún error, pero si lo sé me hubiera seguido concentrando para ver si así mejoraba aún algo más mis registros. Es como si en las últimas 2 vueltas hubiese perdido la motivación, y de hecho, una cosa pensé durante unos instantes "Este kart está guapo, pero si me comprase uno y me hiciese socio aquí, también acabaría cansándome y aburriéndome de él". Y de hecho, antes de las carreras que hice en febrero, me aburrí de entrenar en el Karting Comaruga, cuando aún tenía mi kart Honda.
Aunque estos karts de alquiler de 2 tiempos son bastante divertidos, es muy penoso que sean más o menos tan rápidos como los karts de alquiler de 4t que había hace 15 años. Sacacuartos inside.

La primera vez que rodé en el Karting Vendrell fué un domingo por la tarde de Septiembre de 1989, aunque no recuerdo el día exacto, y me llevó mi padre, poco antes de que yo cumpliese 15 años. Resulta curioso que yo haya aprendido a conducir coches de turismo varios años antes de mi primera experiencia seria con karts de verdad. Y el 30 de octubre de 2019, y ya con 45 años, me despedí.

Lo mejor de mi última misión fue el hecho de que, aunque los cronos no fueran gran cosa porque estaba desentrenado, y el kart tampoco era una maravilla al estar capado, piloté y controlé una máquina distinta y algo más complicada de lo que conocía: y siempre es bueno adquirir experiencia.
Fue una despedida digna del Karting, pero la conclusión es la de siempre: si quieres ir más rápido tienes que gastar dinero de forma casi constante, porque si dejas de ir varios meses, algo empeoras.

En fin, se acabaron los karts para mí. Puede que hable más de mis experiencias en este blog, pero para hacer un resumen, conseguí un poco de todo: ganar una carrera (sin contar una en la que fuí el mejor de los tíos de más de 80 kilos, la del 10 de febrero en Cardedeu); probar un kart de 2 tiempos; tener un kart propio durante un tiempo; tener piques contra karts de competición llevando yo uno de alquiler, llegando a adelantarlos a veces y evitando que uno mucho más rápido me alcanzase en Comaruga; rodando una vez en pista mojada haciendo mejores tiempos que otros fanáticos; rodar de noche y contra más gente; etc, etc.

Muchas gracias, mundo del karting, por haberme divertido y haberme enseñado. Me hubiera gustado tener mucha más pasta para haber acumulado aún más experiencias, y también me hubiera gustado pesar menos para haber ido mucho más rápido en mis últimas carreras (todo hay que decirlo), pero ahora ha llegado el momento de cambiar de aires. Tengo poco dinero, y si algún día quiero seguir con la gasolina, necesito probar otras cosas. Gracias por leerme. Gassssss.

viernes, 15 de noviembre de 2019

Juegos de mesa: análisis del Battle Masters

Primero fue el HeroQuest, ambientado en Warhammer Fantasy, y poco más podemos añadir de él, aunque si queréis podéis releer mi reseña; después vino el Cruzada Estelar, de Warhammer 40k, juegazo a la altura de HeroQuest; y finalmente vino el Battle Masters, que volvía a situarnos en Warhammer Fantasy, pero en lugar de ser un Dungeon crawler, nos llevaba a una batalla campal: ahora que lo pienso, ojalá hubieran hecho un juego de batallas como el Battle Masters, pero ambientado en Warhammer 40k.
El campo de batalla desplegado. Siempre podéis doblar el tapete si la mesa no es lo bastante grande.

Un juego espectacular, con una caja enorme, más de 100 miniaturas, una imponente torre que es importante en la batalla además de crear ambientación, un tapete espectacular, etc. Sólo la portada de la caja es impresionante y preciosa. Pero el juego en sí, es sencillísimo, aunque tiene algunos detalles que nos pueden permitir "complicarlo" un poco, e incluso con reglas caseras podemos volverlo más complejo.
Y en este lado del campo de batalla, ¡las fuerzas del imperio!

Pero lo único que hay que hacer es, colocar las distintas unidades de cada bando en los extremos opuestos del campo de batalla, colocar la torre, e ir sacando cartas. Cada carta nos dirá que unidad se mueve, y cuando los arqueros (o ballesteros) tengan al enemigo a tiro, atacarán; el cañón podrá atacar en cualquier distancia, y las demás unidades podrán atacar siempre que tengan un enemigo en una casilla conlindante. Cada unidad tiene 3 puntos de vida, menos el ogro, que tiene seis, y tira el número de dados marcado en la base-peana, tanto al atacar como al defenderse.
Y en el otro lado del campo de batalla: ¡las fuerzas del Caos! (que dicen que son los malos, pero es igual, a la hora de la verdad todos roban XD)

La torre puede ser ocupada por cualquier unidad, menos el cañón, jinetes, o el ogro, y la unidad que llegue allí primero tendrá un dado más, y el enemigo que la ataque un dado menos. La torre puede ser destruida si recibe 3 impactos del gran cañón. El juego termina cuando uno de los dos ejércitos ha perdido a todas sus unidades, pero por supuesto que pueden implantarse reglas que impongan otras condiciones de victoria (o de derrota).
La pedazo de torre del juego. Señalada por el dedo de "dios" y todo. Ahora en serio, la verdad es que mola mucho esta torre.

Esto es simple,pero funciona de forma magistral, ya que nos pone sobre la mesa un juego completamente aleatorio, y que además se puede jugar perfectamente en solitario. Lo único que me preocupaba de este juego es el enorme tamaño de su tablero, que exige una mesa enorme, pero el tapete se puede doblar, y basta perfectamente con jugar con medio "tablero"... aunque si lo deseáis, podéis hacer como si fueráis críos y jugar de rodillas en el suelo. Lo único malo del juego es que tarda bastante en ser montado, pero luego recogerlo es mucho más rápido, y creedme que vale la pena jugarlo y disfrutarlo.
Los ballesteros resistieron como jabatos en esta batalla, pero lamentablemente era muy difícil remontar el mal inicio del combate. De todas maneras, en mi casa: Imperio,8-Caos,5.

En fin, un juegazo impresionante, que no debe faltar en cualquier colección, a no ser que no tengáis espacio en casa.