Este capítulo va dedicado no solamente al lerdo que cayó (literalmente) ayer, si no a todos aquellos pedorros y pelandriscas de internet que viven del cuento, son ricos y quieren seguir siéndolo, y encima a base de calentarnos la cabeza con mamarrachadas.
Adiós influencer. Sois una influencia para la muerte, que os sega de forma cutre.
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